Quiero comenzar explicando qué es un chivo expiatorio. Básicamente se trata de un personaje que tiene que ser sacrificado para pagar las culpas de los demás. En este caso, Phillip Butters es, en buena cuenta, un personaje que agrupa toda la violencia contra los homosexuales y lesbianas (él mismo es culpable de homofobia). A mi parecer, debemos concentrarnos en él. Si derribamos su poder mediático y conseguimos que le den un castigo ejemplar, promover un evento de alta recordación para los demás homofóbicos. Será un escarmiento, una batalla simbólica y legalmente ganada. Por eso, en estos días, pensé en una estrategia que fuera de veras efectiva, algo provocador.
Recuerdo que cuando empezaron las reacciones en contra de las declaraciones de Butters, aparecieron dos conductores que dijeron que se besarían frente a su casa, pues no había impedimento legal o moral para ello. Era una provocación en la lógica homofóbica de Butters, pero finalmente, ¿solo porque Butters no quiere que dos gays o lesbianas se besen frente a su casa, en la vía pública, deben huir del comentarista deportivo cada vez que lo vean? Obviamente, la ley nos da toda la razón a nosotros. En ese momento, con las manifestaciones de Gonzalo Torres, me pregunté por qué esa iniciativa no salía de los mismos gays. Es decir, a pesar de que hay una legislación que nos protege en esos casos, por qué no fue posible que alguien se parara frente a su casa y se besara, con un anuncio mediático previo para que toda la prensa registre los hechos. Quizá falta de valor, de ganas, de visión. No lo sé.
Creo que debemos llevar las declaraciones de Butters hasta las últimas consecuencias. Sé que le pusieron una demanda, pero como dice un amigo: ¿y? El tema ya se enfrió y, en serio lo digo, esto debería estar en agenda. Es cierto que muchos trogloditas (de la boca para afuera) apoyan las estupideces de Butters, pero hay otra gente que realmente lo detesta. Podríamos comprarnos el pleito, deberían hacerlo sobre todo los gays que tratan de ser lo más “visibles” que pueden. En lugar de ir a la Marcha o participar en otros eventos intrascendentes, creo que deben ir al frente de la casa de Butters a provocar toda su furia homofóbica. Sí, lo digo en serio. Sería una acción llamativa y trascendental. Claro, algunos tendrían que recibir algunos golpes (mientras todos los flashes y cámaras registran los acontecimientos). Butters tendría que llevar su homofobia hasta las últimas consecuencias y nosotros exigir respeto también hasta las últimas consecuencias. Y con esto, como nosotros tenemos la razón, Butters recibiría el castigo legal correspondiente (me encantaría verlo preso y despedido de su chamba) y los besadores volverían a meterse lengua en señal de que en este país nadie tiene derecho a prohibir que te beses en un lugar público, seas hetero, gay, bi, etc.
Visualicémoslo: diez o quince parejas frente a la casa de Butters, sin pancartas y con toda la prensa convocada para el “Día en contra de Butters”. Mucha expectativa, uno que otro medio transmitiendo en vivo. Primera posibilidad: Butters sale como un energúmeno a pegarle a las parejas, en medio de flashes, cámaras y comentarios de horrorizados periodistas. Segunda posibilidad: Butters no sale. En ambos casos ganamos: en la primera, la ley lo castiga y nos da la razón a nosotros; en la segunda, demostramos que no le tenemos miedo ni a él ni a nadie que se haga el matoncito. Pensemos más en la primera posibilidad: Butters repudiado por homofóbico en todos los medios locales, los de fuera, todos los colectivos gays del mundo condenando la violencia contra la comunidad LGTB peruana y el Perú reflejado como el atraso troglodita del Tercer Mundo (como en la paliza de los policías), un pronunciamiento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Aprodeh, etc. Una presión mediática tan grande que ninguna radio o canal de TV (salvo el canal evangelista) contrataría a ese cacaseno violento. Por último, pensemos cuál sería nuestro punto flaco, sobre todo el legal. ¿Acaso los besadores estarían cometiendo un delito? ¿Acaso no es la vía pública, no hay libertades sexuales? ¿Desde cuándo un tipo puede venir a amenazar a otros porque no quiere que hagan una acción que la ley no prohíbe? El delito de coacción y luego de violencia lo realizaría Butters. Tenemos la ley de nuestro lado.
Esta acción sería muy importante. Los gays estarían en los titulares de los periódicos y los noticiarios televisivos. Sería una acción ejemplar, dejaría un precedente: Butters sería castigado y con él todos los potenciales homofóbicos que entenderían que en este país ya no se puede violentar los derechos de los gays con tanta impunidad. Necesitamos algo fuerte, algo sonado y, sobre todo, algo que sirva. Butters es nuestro chivo expiatorio, en lugar de denigrarlo e insultarlo, utilicemos su propia homofobia, como si se tratarse de una llave de judo. Necesitamos que exista gente como Butters para que nosotros nos legitimemos. Y un Butters no aparece todos los días, es un perfecto chivo expiatorio.
Vamos con todo. Esto sí funcionará.