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¿Por qué a los homosexuales les gustan los uniformados?

12 julio, 2011

Es cada vez más notorio el fetiche que policías y militares (aunque también bomberos y curas) generan y han generado en el imaginario de un considerable sector de homosexuales. Se crean páginas y grupos en las principales redes sociales gay, se publican anuncios, se ofrecen servicios sexuales, arrebatados se internan en cines porno insalubres y de poca monta. Todo por los militares y los policías, o por algo que tienen ellos y, según la visión de estas personas, no tienen los civiles. ¿Por qué hay tanta fascinación por estas personas?

Básicamente se debe a que hay una oposición binaria de masculino-femenino. Es decir, el policía o militar representan el ideal de masculinidad (aunque la experiencia en muchas ocasiones lo ponga en duda) y el homosexual, lo contrario. Si el policía o militar es el macho por excelencia, el homosexual se vuelve así la mujer femenina por excelencia. A muchos gays seguramente les costará admitir que, dentro de su inconsciente, funcionan como “la mujer” frente a los militares o policías. No debería alarmarlos tanto. Esta posición binarista suele invertirse, especialmente en los policías y militares homosexuales pasivos (que los hay), quizá porque la ideología que aprenden en sus instituciones radica en la total oposición entre masculino y femenino. De esa manera, si ellos asumen el rol pasivo, se tornan sujetos femeninos. Un ejemplo muy curioso fue posteado en el blog CineTauro hace unos meses, un relato titulado “De Rambo a Xiomara”, que actualmente ya no se puede conseguir porque el blog sencillamente fue redireccionado. En este relato, un militar en su primera experiencia como pasivo decide actuar como “una mujer”, su feminización llega al punto que le exige a su amante activo de turno que lo llame Xiomara. Es decir, una vez que accede a tener sexo con otro hombre, Rambo asume la posición binaria hombre-mujer, en la cual, como le toca hacer de pasivo, se vuelve Xiomara, una mujer tímida y recatada que disfruta la “masculinidad” de su hombre.

Pero este no es el caso más usual. Lo usual son los pasivos que les rinden culto a la masculinidad de los policías y militares (desde una posición femenina que a veces parece patológica, sobre todo cuando la excitación requiere necesariamente de un hombre uniformado). Y eso se da a través de los grupos que cuelgan videos y fotos de militares y de policías (aquí, aquí, aquí y aquí), robadas del Facebook y del Hi5 de sus víctimas, que ni siquiera sospechan que un montón de gays se hacen pajas a diario con sus fotos. De ahí que sea criticable la permisividad legal que permite Internet con respecto a la publicación y difusión de esas imágenes fuera de los perfiles. Es más, incluso hay una persona (que si no bordea, ya toca la patología) que tiene por afición filmar los culos y entrepiernas de los policías en uniforme, en las calles, y colgar los videos en YouTube. La pregunta es válida: ¿qué encarnan los militares y policías que los homosexuales les rinden un culto tan metódico y persistente? Nada en realidad: son personas como nosotros, con problemas, deseos, etc. Definitivamente el elemento que los caracteriza es externo, es un agregado: el uniforme. Sin uniforme no hay excitación. El uniforme representa que ellos pertenecen a ese grupo de “machos”, de aquellos que son hombres masculinos fuera de sospecha de cualquier feminidad. Estoy seguro de que un civil se pone un uniforme militar o policial, se toma una foto, la cuelga en esas redes y genera la misma excitación de los participantes que uno de verdad. Como diría un amigo: los efectivos son intercambiables, el uniforme no.

Estuve leyendo algunos de estos relatos sobre policías y militares. Uno que me llama la atención es “Mi tombo cajamarquino”, una especie de guía de cómo conseguir sexo con policías prácticamente en plena vía pública. Antes había tocado parcialmente el tema, en “¿Todo homosexual adora a un fascista?” (donde analizo una historia de un pasivo que es violado por un policía en un cine arequipeño). En este caso, me interesa resaltar cómo la construcción binaria macho-hembra funciona para construir la “estrategia de caza“ de policías.

Desde el inicio nos presentan al policía como “un pata alto de 180, blancón, grueso con unos brazotes”(un prototipo de “macho” que va a repetirse y reforzarse en todo el relato) y, sobre el narrador, que dice que “desde la primera vez que lo vi [al policía] me dije que tenía que hacerme suya”. Es evidente que el narrador se asume como un sujeto femenino en función del masculino al que quiere seducir. De hecho, el protagonista es la hembra que se ofrece al macho policía. Lo dice explícitamente: “una mujer encerrada en el cuerpo de un hombre”: “yo me hice el asqueado cuando me hablaron de mujeres, en toda la conversa me había mostrado mas femenino de lo que soy, para que quede claro que me gusta la pinga de macho, sentirme hembrita. y de ahí entendió y me dijo “ah ya tu eres de esos” y le dije “si, te molesta?”. me dijo que normal pero que no conocía otros como yo”.

Podemos ver un extracto muy ilustrativo:

se saco la casaca, la camisa, tenia un pechazo, una cajaza, unos brazotes de tombo. yo me derretía. le acaricie todo su cuerpo, se lo bese como si fuera su esclava. le baje su pantalón y salió su arma: asu era gruesa, bien gruesa, aunque no larga, de tamaño normal. mas que sufí para mi. asi que le mame su pinga policial mientras escuchaba que bufaba como toro macho, primero la cabecita con la punta de mi lengua, en ese hueco de la cabeza de su pinga, se le puso grandaza, cabezona. me dijo “tu la mamas mejor que mi trampa” me empujo la cabeza duro para que la meta toda en mi boca. era gruesota como su cuerpo de tombo. me cogió de la nuca fuerte para que no me escape, me sentía ahogar, se me caian las lagrimas pero era riquísimo, me encantana que me haga asi, que me maltrate mi macho policia. entonces me solto y empece a engullirme ya no solo su cabeza también su tronco, era un saca-mete riquísimo, el me agarraba con sus manos duras, grandazas. me dijo que le mame bien sus bolazas duras. y luego me dijo “ya ponte en cuatro perrita” me puse el lubricante en el potito y el se puso el condon con retardante. me dijo “que rico culito que tienes por mi madre”. y sin piedad me la clavo todita de golpe, ayyyyy grite como hembrita, que rico dolorcito sentía y el empezó a bombearme duro, me decía “puta madre que rico culito tienes carajo, esta bien ajustadito” y me daba y daba bien duro en perrito y por momentos yo sentía que me iba a desvanecer, mi sueño de tener un macho policía dentro de mi era realidad, podía sentirme como su mujercita que le aguantaba su pinga de toro macho macho.

En esta cita es evidente que la oposición binaria macho(policía)-hembra(gay) sostiene la fantasía sexual del narrador; sin embargo, hay algo adicional que podría escaparse a simple vista. No es solo que el narrador y el policía asuman la feminización del pasivo, sino también que el maltrato físico y el dolor forman parte del placer o de la excitación. Sobre el tema del masoquismo en los homosexuales he escrito anteriormente (aquí y aquí) y en este relato parece cumplirse a cabalidad la idea del maltrato físico como constituyente de más excitación. El dolor (casi hasta el desmayo) viene después:

de ahí me hizo sentarme sobre tu pinga, dándole la espalda, asuuuuu, sentía que entraba hasta mis entrañas, mi culito estaba en llamas y el gozaba y gozaba. yo decía asu con machos bravos el castigo es mas rico, porque de ahí me puso piernas arriba, las cogió con sus brazos y empezó a descender en mi culo con su pinga apoyada en todo su cuerpo. yo me iba desmayar y el me decía “asi me gusta perrita, que te quejes como hembrita, aquí esta tu policía para hacerte gritar” y me empezó a agarrar mis tetillas y empezó a mamarlas como pezones, como tetitas, estaban duras. “asi me gusta putita” seguía hasta que ya no aguanto mas y se deslecho en mi cara.

En “Sobre los penes grandes” me pregunté si el dolor era un rasgo constitutivo de la homosexualidad. Ahora estoy más convencido que sí, pues la homosexualidad tiene como constituyente universal el sexo con otro hombre. En este sentido, el coito anal es, por definición (en el imaginario, no necesariamente en todas las prácticas), más doloroso que el vaginal. De ahí que se requieran cremas, anestesias, dilatadores y toda una gama de productos para aminorar la sensación de dolor. Entonces, si me preguntan si los homosexuales somos masoquistas, yo respondería que por definición sí lo somos (aunque tenemos la capacidad de revertir esa tendencia constitutiva). De ahí que ese culto hacia los militares (como prototipo de macho) sea tan frecuente y esconda la violencia y la marginación a la que estamos expuestos (y, por supuesto, la perpetúe). Parece, efectivamente, que cada vez más buscamos personas que representen no solo la masculinidad, sino la violencia contra nosotros mismos. ¿Acaso en el verano no fueron policías los que masacraron a los que se asistieron a “Besos contra la homofobia”? Personalmente no me he olvidado, algunos otros creo que sí. Cada uno saque sus conclusiones.

Si quieren revisar un par de relatos en los que la violencia se representa ya no solo en el agresor, sino también en el agredido (un masoquista), revisen este relato y su secuela.

P.D.: Escribí sobre uniformados también aquí.

Menos golpes y más leyes

16 febrero, 2011

El sábado 19 de febrero el MHOL convoca a “Besos contra la homofobia: la resistencia”, nuevamente en la Plaza Mayor, a las 5 p.m.; una especie de continuación (aunque más política) de la actividad que la tarde del 12 de febrero terminó con varios activistas golpeados de mano de policías. Más allá de que la primera parte de esta actividad se les salió de control a los organizadores (supongo que no se imaginaban semejante golpiza), lo importante para resaltar, luego de los acontecimientos, son los logros políticos de los dirigentes que han sabido tener presencia en los medios, tanto nacionales como internacionales, hacer las denuncias respectivas (comisaría, Inspectoría PNP, Defensoría del Pueblo, instancias internacionales, ONGs derechohumanistas) y sacar declaraciones favorables de parte de distintos políticos (Alan García, Susana Villarán, Carlos Bruce, Susel Paredes, Ronald Gamarra, Hernán Núñez, Javier Diez Canseco, Jorge Ramírez, etc.). Me parece estupendo que el activismo LGTB en este país evolucione del compedecimiento mutuo a la exigencia de los derechos ciudadanos, de las leyes que nos protegen.

Me pregunto, por ejemplo, qué pasaría si un grupo de heterosexuales, hombres y mujeres, se hubiera besado en las gradas de la Catedral. ¿Los policías habrían reaccionado de la misma manera? Como bien señalan algunos, ni siquiera en manifestaciones realmente provocadoras, como el lavado de la bandera, se había visto tanta brutalidad. Cipriani tiene mucho que ver, él nos adora. En la web de El Comercio hay un sinnúmero de fanáticos religiosos para quienes el problema ha sido la falta de respeto hacia los católicos en su templo; sin embargo, ese argumento no resiste el menor análisis. Para comenzar, los hechos no fueron dentro de la Catedral, sino en las afueras, en la vía pública; en segundo lugar, y como bien ha enfatizado Alan García, las libertades sexuales en este país están garantizadas por ley, de modo que si no creo en Cipriani y la religión que dice representar, no tengo por qué atenerme a sus dogmas, pues mis derechos ciudadanos prevalecen sobre cualquier disparate religioso (esto lo debieron tener bien claro los policías). Si tanto les jode a los católicos, que miren a otro lado o que se muden a Nigeria. Si temen porque sus niños van a ver “un espectáculo antinatural”, igual, miren a otro lado o métanlos en una burbuja que los aísle del mundo; si temen que los pequeñines se van a “malograr” o “convertir en homosexuales”, son unos padres pésimos e ignorantes. ¿Cómo diablos les van a explicar la sexualidad llegado el momento? ¿Cómo les van a explicar la procreación? ¿Con la historia de la gallinita? Francamente estúpido, al punto de la vergüenza ajena. Y un imbécil ejemplar es Philip Butters, con sus últimas opiniones (¿acaso no es alarmante que el conductor de un programa radial promueva la violencia?).

La indignación ante la violencia policial ha llegado incluso a medios de otros países (mientras que en el Perú muchos medios conservadores han tratado de silenciar lo sucedido). En otros países, como Francia, Estados Unidos o España, lo que sucedió es visto con bastante horror y preocupación, les recuerda lo mucho que tiene este país de tercermundista y lo mucho que todavía tenemos que luchar. Había turistas que el día de la golpiza condenaban las acciones de los policías y se llevaban una pésima impresión de Lima, la que se supone es la capital de un país en progreso. Un amigo canadiense me hizo un comentario muy gracioso, referente a la idea de república bananera que manejan los países del primer mundo sobre Latinoamérica: según él, con lo acontecido el sábado, el Perú se parece a Macondo, uno de los prototipos de pueblo sudamericano que construyó el escritor García Márquez en sus obras.

Es una buena noticia que la lucha se esté tornando más política. Por ejemplo, me parece positivo que esta mañana los dirigentes del MHOL se reunieran con las autoridades de la Policía Nacional, después de exigir el día de ayer la renuncia del ministro del Interior y del jefe de la VII DETERPROL (PNP), quienes prometieron una investigación a fondo, después que el MHOL identificara a 12 de los suboficiales que escondieron sus gafetes al agredir a los activistas el sábado. Y eso no es todo: que el lunes Susana Villarán amadrinara el matrimonio simbólico de las parejas homosexuales en el Parque Kennedy, tras haber promulgado una ordenanza municipal en contra de la discriminación sexual, además de un curso de derechos humanos para los serenos, es una noticia excelente. Sus medidas son a favor de darle justicia (balance) a un grupo desprotegido. Precisamente esto es lo que más resaltaría de lo acontecido: leyes, cosas concretas, no solo declaraciones de indignación en época electoral. Necesitamos más Susanas Villarán en la política, necesitamos muchas en el Congreso para lograr lo que nos proponemos.

Respeto a los que se van a ir al segundo “Besos contra la homofobia” (al que no voy a ir, por cierto). Sin embargo, debemos observar que, en buena cuenta, todo lo positivo que ha ocurrido tras la golpiza es un efecto de las ordenanzas de Villarán para protegernos (medidas concretas)  y de la acción política del MHOL. Pienso que lo que no debemos descuidar es precisamente la lucha política: incluso los que dicen que no necesitan pedir permiso para besarse (un lema simpático) están amparados en una ley que protege las libertades sexuales, pues si estuviéramos en Nigeria o en Irán la situación sería muy diferente. Son más medidas como estas (y su estricto cumplimiento) lo que nos hace falta. Y las leyes se consiguen por medio de los políticos a los que elegimos. Si tenemos más políticos de nuestro lado, será más fácil tener leyes que nos protejan y que reconozcan nuestros derechos.

Jorge Chávez, del MHOL, a pesar de lo crítico que fui en mi post anterior, lo difundió y defendió el activismo alegórico porque este no solo apela a la razón, sino también a los sentimientos. Respeto esa posición, pero en un contexto como este, cuando las elecciones están tan cerca, la urgencia es activismo político, de una vez por todas. El MHOL tiene alrededor de 28 años de activismo, pero sobre todo se trata de activismo alegórico, lo que ha originado que la situación no haya cambiado demasiado con respecto al reconocimiento de nuestros derechos. La enérgica respuesta que he visto desde la golpiza policial me obliga a retractarme cuando subestimé al MHOL como fuerza política, pero es ahora más que nunca cuando necesitamos que se concentren en comprarse el pleito político y no se desvíen. Estas elecciones son claves porque se habla del reconocimiento de nuestros derechos y conseguir leyes a nuestro favor es trascendental.

Algunos dicen (con razón) que en la vida cotidiana seguimos siendo discriminados, odiados, marginados. Y esto no va a cambiar mañana, ni el próximo año, sobre todo si no tenemos un salvavidas (leyes) sobre las que apoyarnos. Créanme que con una actividad tipo “Besos contra la homofobia” tampoco cambiarán mentalidades en la cotidianidad, quizás hasta las hagan más homofóbicas e intolerantes. Pero hay algo que trasciende de las creencias personales o de lo que cada quien considere moral o inmoral: la ley. Hay demasiada preocupación sobre cómo nos miran (si nos quieren, si nos odian) los que no son homosexuales y muy poca preocupación en construir nuestra protección legal con acción política. Precisamente la acción policial del sábado ha sido tan condenable y favorable hacia nuestros intereses porque no hay un razonamiento legal que sustente esa violencia, que está fuera de norma, fuera de ley.

Si quieren hacer activismo alegórico solo porque les preocupa cómo los miran o cuánto los quieren los otros, entonces habrán desperdiciado energías valiosas. Sin una ley que nos proteja los homofóbicos podrán seguir marginándonos y el Estado les dará la razón a los homofóbicos. Si quieren que un policía se lo piense muy bien antes de darles un varazo, si quieren tener la seguridad de que ante un acto discriminatorio el Estado se pondrá de su lado, entonces pensemos en hacer política y en conseguir leyes. Y no hay mejor momento para hacer política, para pensar muy bien qué nos conviene, que este escenario electoral. Si no reducimos el número de homofóbicos que entran al Congreso esta vez, será una derrota significativa, pues tendremos que esperar por los menos cinco años para pensar en que alguien reconocerá nuestros derechos, cuando este pujante y prometedor panorama se haya enfriado. Si lo reducimos, tendremos el poder para sembrar los cimientos de un país más democrático en el que, incluso si los homofóbicos no quieren, tendrán que respetar la ley que nos protege.

Les recomiendo bajar el Manual de derechos humanos aplicados a la función policial (y leer especialmente el capítulo IV, inciso B, numeral 6).

Les recomiendo visitar la web del MHOL.

Les recomiendo revisar mi propuesta de activismo político para estas elecciones.

Ser homosexual no es un delito

13 febrero, 2011

Si bien ya subestimaba la actividad “Besos contra la homofobia”, lo que ocurrió el día de ayer en la Plaza Mayor de Lima y alrededores sobrepasa cualquiera de mis expectativas. Si la intención era provocar violencia homofóbica, con varios golpes de por medio, los organizadores y concurrentes lo consiguieron. Pero dudo que esa haya sido la intención de una actividad pacífica, donde nadie se esperaba macanazos, sino hacer uso de un derecho constitucional. Me pregunto cuál fue la razón del ensañamiento, de los excesos; me pregunto quién movió a los peones policiales para que actuaran de esa manera contra los que se reunieron para llevar a cabo esta actividad pacífica. ¿Es delito que un homosexual se bese con su pareja en un espacio público? No soy abogado, pero trato de entender cuál fue la razón, en qué ley puede estar amparada la violencia policial de ayer. No encuentro la respuesta, salvo el puro abuso, la arbitrariedad. Me hace recordar a los años 70, en Estados Unidos, esa época en que la homosexualidad era fuertemente reprimida por considerársele un delito. En nuestro caso debemos preguntar por el estratega y no por los peones. ¿Quién ordenó esa violencia? ¿Bajo qué razón?

Habría que desmenuzar los hechos. Aunque no soy testigo presencial, me parece sumamente provocador que homosexuales se besen frente a la Catedral, especialmente si tenemos a la cabeza a un homofóbico como Cipriani. Me parecía una idea divertida y controvertida hasta esta mañana, que me enteré de lo ocurrido por los blogs LGTB; sin embargo, con la respuesta policial el humor deja de tener sentido. Es increíble que (prácticamente) ningún medio haya reportado lo ocurrido, a pesar de la gravedad de los hechos. En la práctica seguimos siendo ciudadanos de segunda categoría y el silencio es la peor arma que se puede aplicar contra nosotros. Hay alguien que tiene suficiente poder para silenciar lo ocurrido, alguien con poder político, una autoridad. No tengo dudas. Sigo recibiendo fotos y videos sobre lo ocurrido. Son contundentes, la opinión pública estaría de nuestro lado, pero nadie dice nada.


Para el Blog de Lima Gay se trató de un “bautizo de fuego”. Es posible, siempre y cuando todos los asistentes hubieran tenido claro que los iban a apalear; sin embargo, para mí es un bautizo en algo inútil. ¿Se trató de un bautizo «activista»? Empecemos desde el inicio. Es válida la pregunta: ¿Han conseguido algo con esta actividad? Yo quisiera saber qué. Quiero que quede claro que me solidarizo con las personas que fueron víctimas de estos excesos el día de ayer, pero también tengo mirar los problemas de casa: ¿qué se consigue con una actividad de este tipo? Hay demasiado activismo “alegórico”, una pérdida de energía, y muy poco activismo político, sobre todo en esta época electoral. He visto en los videos gays y lesbianas sumamente valientes, con una energía admirable que retaba las varas de los policías. Yo solo les sugiero que usen esa energía en actividades más efectivas, que aporten en la lucha, para que en unos años nadie pueda cuestionar que dos personas homosexuales o lesbianas se besen en un lugar público, lo que no pasa ahora. Primero necesitamos la ley, muchachos. Necesitamos leyes que nos protejan para que no nos peguen como a perros, en lugar de actuar como si ya tuviéramos esa protección. Creo que en ese sentido, el activismo político es más efectivo y se reciben menos golpes, por cierto. Tómenlo como sugerencia, esa admirable energía puede engendrar un activismo político poderoso que consolide una diferencia, sobre todo en esta época electoral.

Hace un par de días publiqué un bosquejo de estrategia para presionar a los políticos en estas elecciones. Casi todos los que lo leyeron dijeron “muy bonito”, “qué idea tan interesante”, pero nadie hizo nada realmente productivo. Nadie lo criticó, ni lo objetó, ni lo mejoró; tampoco nadie se puso en contacto para empezar a llevarlo a cabo. Jorge Chávez, de parte del MHOL, me dijo amablemente que estaban implementando una campaña llamada “Voto informado”, para señalar cuáles son los candidatos que están en contra del reconocimiento de nuestros derechos. También difundió mi post en su Facebook personal. Después le escribí por Facebook a Chrisstian Olivera, “director ejecutivo” del MHOL, pero no hubo respuesta, ni siquiera críticas. Solo silencio, ese silencio que nos aplasta una y otra vez, desde casa y desde fuera de casa.

Y ese silencio siguió en varios blogs y redes sociales gay, donde el último single de Lady Gaga fue más relevante que trabajar juntos en una estrategia política contundente a favor del reconocimiento de nuestros derechos. Aceptémoslo: la comunidad LGTB quiere seguir siendo víctima, quiere seguir recibiendo palazos, quiere seguir llenándose la boca con frases imbéciles, pero no quiere hacer un cambio, le hace falta huevos. Tal vez es cierto lo que leí una vez: el MHOL no tiene influencia en la comunidad LGTB, salvo para las actividades alegóricas como la Marcha del orgullo (porque ahí es más fácil conseguir un punto) o para ser contactado por los medios cuando matan a algún gay. Nada útil, siempre tarde. No puedo creer que un tipo como yo les pida que hagan activismo a los activistas, activismo político, activismo de verdad. Sería bueno que haya más que actividades sin sentido, en donde la gente va a recibir golpes gratis. Aunque esa es responsabilidad de los organizadores.

En momentos como estos, la definición de ‘homosexual’ como ‘cobarde’ parece tener sentido. Somos unos mariconazos totales, no podemos hacer nada significativo por nuestros derechos, salvo compadecernos entre nosotros, hacer rebotar las fotos en las que nos pegan y repetir frases imbéciles. Por pereza, por miedo, por indiferencia. Y no me vengan con eso de que  estamos en pañales: ¿cuántos años de activismo tenemos? Son más de cinco, más de diez, ¿y qué se ha conseguido con las patéticas marchas del orgullo peruanas y las otras actividades alegóricas, malos remedos de lo que se hace en países donde el contexto es sumamente diferente? ¿Qué se ha conseguido con estas actividades alegóricas?

De ahí, claro, cada vez que matan a un homosexual, salen los voceros a decir que somos unas víctimas totales, pobrecitos de nosotros los gays, que ¡ay! la sociedad me desprecia y que ¡ay! los crímenes de odio. ¿Y qué tipo de activismo de mierda hacen ustedes para contrarrestarlo?  ¿Por qué no cambian de una vez su masoquismo vicioso? No somos víctimas, ¡no lo somos! Tenemos el poder del voto y el poder del consumo, el poder de remover de sus cargos a los malnacidos que ordenaron la violencia de la tarde de ayer y el poder para quebrar los negocios de los homofóbicos. Pónganse las pilas, hagan circular un comunicado de prensa, exijan un pronunciamiento de parte de los candidatos presidenciales. ¡Firmas por votos! Ustedes se definen como activistas y han decidido estar al frente, entonces hagan eso significativo. Este es un momento importante para nosotros. Hablen con Bruce, con Villarán, necesitamos que los políticos se pronuncien, que esto se sepa. La lucha es política, no hay otra manera.

A los que fueron golpeados les sugiero que no se queden callados. Sé que hicieron una denuncia en la comisaría, que avisaron a la Fiscalía. Eso está muy bien, no dejen que los callen. Vayan a la Defensoría del Pueblo y a Inspectoría de la Policía, a los medios, pidan pronunciamientos de parte de los políticos. En este momento necesitan un abogado que los asesore para que esto no quede impune. Necesitamos demostrar que no nos vamos a quedar a llorar en casa, necesitamos hacer saber que estamos molestos y que esta acción va a tener consecuencias. Acción política, activismo de verdad. Hagamos algo, algo de lo que podamos estar satisfechos mañana para poder besarnos en donde se nos dé la gana al tener una ley que nos proteja.

Las imágenes son de Blog de Lima Gay, pueden verlas aquí.

En la web de El Comercio hay una nota sobre lo ocurrido. Pueden leerla aquí.